“La verdad es que uno hace estas capacitaciones pensando que jamás las llevaría en práctica, o por lo menos eso es lo que uno espera. Pero la realidad a veces supera todas las expectativas. El tema es que, al otro día de tener la capacitación, yo estaba haciendo home office en casa y siento los gritos pidiendo ayuda de mi vecina de piso. Cuando salgo a ver qué pasaba, me comenta que su marido se había descompensado y no sabía qué hacer.

Al llegar al departamento, me encuentro a mi vecino en el piso. Instintivamente comienzo con los primeros pasos que nos habían indicado el día anterior: ver si respondía y ver si respiraba, pero ninguna de las dos cosas sucedía.

Le indiqué a mi vecina que llame a la ambulancia y, todavía no sé cómo, empecé con el ejercicio de RCP que nos habían enseñado el día anterior. Si te soy sincera, no tengo la menor idea de cuánto tiempo estuve haciéndolo (por lo que me comento después mi vecina, no fue mucho), pero por suerte pudo reaccionar. Lo puse de costado y espere que llegue la ambulancia.

Los médicos no tardaron mucho en llegar y resaltaron la importancia de saber este tipo de maniobras. Mi vecino había tenido un infarto, y me dijeron que fue vital lo que hice.

Ahora lo recuerdo y juro que me tiemblan las piernas... no sé cómo reaccioné, pero lo hice. Creo que todos tendrían que hacer esta capacitación, porque uno nunca sabe lo que puede pasar en casa, en la calle o en el trabajo... nunca se sabe cuándo nos tiene que tocar el `no pensar y reaccionar´.

Por suerte mi vecino ya está en su casa recuperado y puedo estar contándote esto como una anécdota con un buen final.”